Las concepciones de la infancia
durante las dos últimas centurias, en opinión de Escolano (1980), se enmarcan
en tres corrientes. Cada una de ellas destaca a su manera los criterios
de preservación y protección de la infancia que van a constituir el núcleo de
la visión moderna de los niños:
(a)
La revolución sentimental derivada del naturalismo
pedagógico introducirá en la historia de la educación los mitos del
libertarismo y de la permisividad postulando el aislamiento del niño de los
contactos precoces con la vida social.
(b)
Los movimientos en favor de la escolarización total de
la infancia se vinculan a la organización de los grandes sistemas nacionales de
educación y crean las estructuras efectivas para la reclusión institucional de
los niños.
(c)
El desarrollo positivo de las ciencias humanas,
principalmente de la psicología y pedagogía, iniciado a finales del siglo
pasado y continuado ininterrumpidamente a lo largo del siglo XX, así como los
desarrollos de la medicina infantil, proporcionarán las bases necesarias para
la dirección científica de la conducta infantil y, consiguientemente, para la
organización metódica de la escuela.
En Colombia,
a principios de este siglo y desde una visión pesimista sobre la «degeneración de la raza», se percibía la
infancia como la etapa en la que más se reflejaba y sintetizaba la «enfermedad de la raza» y era
principalmente a ella hacia donde debían dirigirse las iniciativas de
protección y redención (Sáenz, Saldarriaga y Ospina, 1997). Ahora bien, durante
el periodo de 1900 a 1940 se va a ir asentando una visión moderna de la
infancia de la mano de nuevos saberes, tales como la paidología -ciencia del
niño-, la pediatría y la puericultura, para los que esta etapa es de la mayor
importancia en la vida del ser humano. Todos los saberes sobre el hombre, en
realidad, desarrollan ramas que se especializan en la infancia; entre otros, la
medicina y la higiene infantil, la psicología del niño, la criminología
infantil y la antropometría infantil. Y se convierte así en objeto de investigación
científica y de intervención social. El niño en la escuela es observado, medido,
examinado, clasificado, seleccionado, vigorizado, medicalizado, moralizado y
protegido por métodos «naturales» de
enseñanza y por ambientes formativos propicios para revertir las taras
hereditarias. Se convierte así en semilla, en esperanza de una nación moderna y
saludable.
El niño en la escuela es observado, medido, examinado,
clasificado, seleccionado, vigorizado, medicalizado, moralizado y protegido por
métodos "naturales" de enseñanza y por ambientes formativos propicios
para revertir las taras hereditarias.
María Victoria Alzate Piedrahita.(enero de 2002).Concepciones e imágenes de la infancia. Recuperado el 08 de septiembre de 2020 de https://repository.unad.edu.co/bitstream/10596/4863/1/514517%20infancia.pdf
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